La figura del cuidador de un paciente con dolor


El dolor crónico representa un problema de salud pública con una repercusión social y económica importante; sin embargo, existen pocos datos sobre su epidemiología, lo que dificulta la estimación exacta del impacto global.

Se sabe que más del 17% de la población española adulta, esto es, 6.100.000 de personas sufren dolor, de ellos hasta 714.000 personas sufren algún dolor severo, según un estudio realizado por Kantar Health, que destaca una mayor prevalencia en las mujeres (51,3%) que en los hombres (48,4%) y en la población de entre 40 años y 60 años.

En otras ocasiones hemos hablado, en este mismo blog, sobre el dolor crónico. Sin embargo, hoy quisiera detenerme en la figura del cuidador de un paciente con dolor.

En la actualidad, ha ganado protagonismo el papel del cuidador. Se realizan investigaciones sobre la salud y calidad de vida del cuidador de personas dependientes, en general (1); cursillos de formación para cuidadores de enfermos de Alzheimer, de personas inmovilizadas… No obstante, no se han desarrollado iniciativas para educar a las familias en el cuidado de los pacientes con dolor y, en la actualidad, no hay ninguna formación reglada ni cursillo al respecto, como afirma la Dra. Inmaculada Failde, directora del Observatorio del Dolor de la Cátedra Externa del Dolor de la Fundación Grünenthal y la Universidad de Cádiz (2)

Existe una necesidad de actuaciones multidisciplinarias que den apoyo a la famila, a los cuidadores, tanto de forma preventiva como de soporte. Y en este momento, se me viene a la cabeza la Ley de Dependencia, que entró en vigor en 2007 y que ahora ha sido paralizada y destrozada por parte del gobierno.

Pero volviendo al tema del dolor y los cuidadores, los expertos hablan ya de tres dimensiones del dolor: físico, psicológico y social, porque también repercute en la familia y, especialmente, en el cuidador que, por lo general, suelen ser mujeres las que se hacen cargo del familiar enfermo. La tristeza, la depresión y la ansiedad son algunas de las consecuencias emocionales que desarrollan, por no hablar de las físicas. Y es que el dolor no se contagia como una enfermedad transmisible, pero sí en el sentido de que una persona o alguien cercano que tiene dolor también provoca sufrimiento en su entorno.  Os recomiendo la lectura de la entrevista realizada a la Dra. Inmaculada Failde (2) donde se habla de estos aspectos sobre los cuidadores de familiares con dolor

  • Notas:

(1) El rol del Cuidador de personas dependientes y sus repersusiones sobre su Calidad de Vida y su Salud. MªJ. López Gil, R. Orueta Sánchez, S. Gómez-Caro, A. Sánchez Oropesa, J. Carmona de la Morena, F.J. Alonso Moreno. Revista Clínica de Medicina de Familia (Descarga)

(2) Eroski Consumer: «Cuidar a un familiar con dolor puede provocar tristeza, depresión y ansiedad».

¿Qué es el dolor?


Este testimonio es de una paciente que sufre de dolor crónico. Aquí nos muestra su percepción del dolor.

El dolor es un martillo que golpea en una forja sin fín, que no se apiada, que no entiende de súplicas. Que se aferra más, cuanto mayor es la impotencia. Miles de cuchillos que se ensañan con su víctima inocente.

El dolor es un perro, un dobermann, que cuando muerde no te suelta. El dolor te anula, te invade, se apodera de ti. Dejas de existir, sólo vives para él. No piensas, sólo sientes. Cuando la desesperación se adelanta al dolor, entonces se hace intenso, y se inicia una batalla ganada de antemano. El dolor siempre vence.

El dolor es Hades que te arrastra, como a Perséfone, hasta los Infiernos y, si cabe, peor aún. No pacta, no te deja salir ni siquiera en primavera.

Pero hay que buscar estrategias, cambiar la visión. Pensar en él como en un alien que vive alojado en ti, que tiene vida propia, con el que debes tomar contacto y dialogar: «tú vives tu vida y déjame vivir a mí» o «no quiero saber de ti, te minimizo, te reduzco a la nada»

Educar al dolor, convertirlo en algo más benevolente, como en un niño travieso, que sólo quiere llamar la atención, y al que no hay que hacerle caso.

O profundizar en él como en un pozo, para luego cegarlo.

Recuperar la armonía de nuestro ser, con una respiración profunda que expulse el dolor de nuestra mente, si es imposible expulsarlo de nuestro cuerpo.

El dolor crónico


El pasado mes de octubre se celebraba el Día Mundial contra el Dolor, que ya auspiciara la OMS en 2004. Y el día 21 de dicho mes, como una forma de celebrar a lo grande, la Unidad del Dolor del Hospital Infanta Cristina (Badajoz) colocó el primer implante contra el dolor crónico consistente en un electroestimulador, subcutáneo, a nivel del sistema nervioso central, que emite impulsos que interfieren en el dolor. Y no es que antes no se hubiesen instalado electroestimuladores, pero hasta ahora habían sido a nivel medular. Una pila, que dura cuatro o cinco años, es la encargada de transmitir los impulsos y aliviar la intensidad del dolor, mejorando la calidad de vida del paciente.

Sin embargo, esta técnica no puede ser aplicada ni a todos los pacientes, ni a todos los tipos de dolor.

Entendemos por dolor crónico, aquel que se prolonga en el tiempo más de tres meses y no hay tratamiento médico que permita la desaparición de sus síntomas. Cuando carece de causa que lo justifique llega a convertirse en enfermedad y, como tal, ha de ser tratada. Al parecer, el dolor musculoesquelético es la categoría que más abunda; por ello, la IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) ha declarado el Año Mundial contra el Dolor Musculoesquelético (octubre 2009- octubre 2010).

A veces, el dolor surge a raíz de un traumatismo leve o de un procedimiento quirúrgico, pero continúa mucho tiempo después de que el paciente ha sido dado de alta por el médico. Y entonces, tenemos que buscar los paliativos y tratamientos que puedan aliviar la intensidad del dolor, desechando los mitos culturales como soportar estoicamente el dolor o el mito de creer que la toma de un analgésico crea dependencia, sin consultar con el médico. Porque de lo que se trata es de mejorar la calidad de vida y, para ello, hay que recurrir a un equipo multidisciplinar que nos preste ayuda, entre los que pueden estar:

es_multi-disciplinary-teamProcedencia de la imagen: Aliviar el dolor

La medicina alternativa se ofrece también como otra opción para aliviar el dolor: musicoterapia, acupuntura, masajes como el shiatsu, homeopatía, hipnosis…

La emisión de señales del sistema nervioso central, generadas por la activación de receptores sensoriales que informan al cerebro sobre alguna lesión física en el cuerpo, es denominada nocicepción, «mientras que la fase sicológica-emocional de este fenómeno es lo que conocemos simplemente como dolor, ya que se trata básicamente de una experiencia sensorial y, por lo tanto, subjetiva». (1)

También merecen una mención y respeto las creencias religiosas, sanadoras, que actúan de forma subjetiva sobre los pacientes creyentes y ayudan a reducir el número de analgésicos. Sin embargo, en este campo la estafa y el engaño son algo habituales.

Se están ganando muchas batallas al dolor, y son constantes los descubrimientos y estudios que ayudan a paliar el mismo, como el reciente, realizado por la Clínica Mayo, que ha demostrado la importancia de la vitamina D para reducir el dolor.

El paciente nunca deberá abandonarse al dolor, hay muchos recursos y herramientas a su alcance para luchar y aliviar el dolor, mejorando su calidad de vida.

Notas:

(1) Benjamín Domínguez Trejo, especialista de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en OMS: crecerá el número de personas con dolor crónico.

Fuentes:

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